- 678 25 71 29
- contacto@bailaconmiren.com
«El duelo es la respuesta a un vínculo de pertenencia que se ha roto. Puede ser por la pérdida de una persona querida, de un modo de vivir o de una comunidad afín. El duelo es la reacción de cuando te arrancan de lo que amas.
Como nos enseña Martín Prechtel, en el idioma tz’utujil las palabras para duelo y para alabanza son las mismas porque sólo puedes llorar lo que has amado mucho.
Hacemos el duelo por los amores que hemos perdido. Hacemos el duelo por nuestras capacidades perdidas debido a la enfermedad o la edad. Hacemos el duelo por la pérdida de fe en nuestra religión. Hacemos el duelo por el nido vacío. Hacemos el duelo por los caminos que no recorrimos. Hacemos el duelo por la familia que nunca tuvimos. Lamentamos el sufrimiento del planeta.
Pero si bien el duelo puede parecer una expresión de dolor que no sirve para nada, en realidad es el reconocimiento del alma de lo que valoramos. El dolor es el honor que rendimos a aquello que hemos querido. Y sólo a través de la conexión con lo que apreciamos podemos saber cómo avanzar.
En este sentido, el duelo es movimiento.
Sin embargo, en nuestra cultura somos profundamente incapaces de afrontar el duelo. Lo mantenemos a distancia lo mejor que podemos, tanto en nosotras mismas como en los demás, tratándolo como, dice Joanna Macy, como «un enemigo de la alegría».
Hay una vergüenza tácita asociada con el dolor. Está permitido en muy pocos lugares, en pequeñas dosis, en ocasiones excepcionales como la muerte y la tragedia.
Pero si bien el duelo puede parecer una expresión de dolor que no sirve para nada, en realidad es el reconocimiento del alma de lo que valoramos.ási bien el duelo puede parecer una expresión de dolor que no sirve para nada, en realidad es el reconocimiento del alma de lo que valoramos.s allá de eso, puede parecer peligroso y débil. Quizás porque tememos ahogarnos en nuestra desesperación, o porque eso significa desmoronarse en un mundo que valora «mantenerse entero» por encima de todo.
Pero el duelo juega un papel esencial a la hora de deshacernos de apegos anteriores. Es la corriente necesaria que nos lleva a nuestro próximo devenir.
Sin él, podemos quedar atrapados en una área de nuestra vida, limitándonos todo el espectro de nuestra manera de ver de vida.
El duelo es la expresión de la curación en movimiento. Mientras realizas el descenso aparentemente sin fondo, es útil recordar que el dolor es el aguacero del que tu alma ha estado sedienta. Porque lo que permanece oculto durante demasiado tiempo no cambia. Está calcificado en su lugar, a menudo sellado por la vergüenza, intacto y olvidado por el tiempo.
Pero cuando finalmente puede salir a la luz para ser visto, se expone a nuevas condiciones y comienza a moverse. Se eleva sobre un géiser salado de lágrimas, a veces cantadas hacia la superficie por un terrible gemido, que corre por nuestras mejillas hasta humedecer el suelo donde estamos preparándonos para un nuevo crecimiento.
¿Alguna vez has notado lo hermosa que es una persona después de haber llorado? Es como si se hubiera renovado por el bautismo de lágrimas.
De hecho, cuando algo estancado puede liberarse a través del duelo, estamos liberando una mayor capacidad de amar.
Extracto de “Belonging: Remembering Ourselves Home» de Toko-pa Turner
Traducido por Sophia Style e Inés de la Calle.
WhatsApp us