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¿Adivinen quien sale en este video? … Año 1999, una Miren adolescente (18 años ) en clases, en un intensivo de fin de semana primer contacto con el maestro Egipcio Mohamed Tolva.
Las clases con el maestro eran parecidas a las pruebas del ejercito. Eran muy exigentes, con una mirada, un gesto, estaba todo dicho. Tengo que ser sincera, el maestro Tolva tenía mala leche, bastante carácter, y a veces aparentemente prepotencia. No se le podía decir cualquier cosa; las cosas había que hacerlas como el decía y punto, y sino vuelta a empezar.
Sus clases eran divertidas pero exigentes, un aire completamente nuevo para mi. Mohamed era estricto y venía de una escuela muy disciplinada, si no me equivoco del clásico, y eso era lo que el buscaba, meter caña en sus clases. Si tenía que agarrarte las caderas o brazos para enseñarte, ¡lo hacia!. Tolva pedía un movimiento o gesto con la mano y había que hacerlo y imitarlo tal cual. Yo por aquella época humildemente hacia lo que podía, disfrutaba muchísimo de las clases.
Esta formación fue mi primer contacto con maestros egipcios, un antes y un después en mi aprendizaje. Acto seguido, mi maestra Ana González, yo junto a Tolva, fuimos a Madrid a aprender con el Maestro de maestros “Mahmoud Reda” a tomar clases en la escuela de Nesma Al andalus, por aquel entonces en la calle Vallermoso. Autenticas aventuras para mi cada fin de semana por los hostales de Madrid. Por aquella época también conocí a Elena de Castellón.
En las clases con Tolva, alucinaba, me sentía tan feliz con esos ejercicios que nos proponía, fluyendo entre esas músicas egipcias , disfrutando del presente. No había nada más importante en ese momento, ni nada que me hiciera tan feliz. Vestía mis mejores galas para la ocasión. Todavía recuerdo el pantalón bombacho naranja abierto por los laterales con pedrería morada decorado, incluso llevaba sujetador morado con flecos dorados, todo hecho por mi madre, modista. No se, pero me encantaba interpretar ese papel, por aquel entonces tenia el pelo bastante largo, y posiblemente iría pintada de arriba abajo, una barra de labios color berenjena de mi madre y posiblemente khool Indio en pasta para mis ojos, a modo de faraona.
Para mi, era muy llamativo tomar clases con un hombre. Hasta ahora siempre mis clases habían sido con mi maestra Ana González, una maestra con mayúsculas, de esas que no buscan simplemente enseñar a bailar sino ir más allá, hablo de cuidado del cuerpo, aceptación y amor hacia una misma y trabajo en equipo. La verdad que esta propuesta de Ana de aprender con un maestro diferente fue descubrir una forma nueva, otra persona, con su energía, fue interesante.
Yo por aquella época era una joven alocada, tal vez también testaruda, rebelde, posiblemente un caballo desbocado, que con cada clase, iba domesticándose. Aquellos años fueron de búsqueda, conocimiento, probando cosas, sin saber cual era mi misión, intentando buscar mi oficio. Yo lo tenía claro, recorría cualquier lugar por la danza, bien sea bailando con Shokri Mohamed un verano de gira, o conociendo a gente interesante de la danza de España, como a la Tunecina Nargess Montaser por ejemplo.
El maestro quería enseñarme, que yo lo imitara y lo hiciera igual, pero yo marcaba mi estilo único y personal rebelde. El lo intentaba, y algo conseguiría pero mi colocación corporal no era buena, por mucho que el empujaba mis brazos para arriba intentando conseguir que yo los estirara, mi eje necesitaba años de trabajo. Yo venia del baile relajado egipcio de Ana González, sin exigencias, pero Mohamed quería transmitirme el clásico estilizado egipcio. Posiblemente sería la chica más joven de esa clase.
La verdad, eran tan divertidas esas diagonales con desplazamientos… Todas aquellas mujeres si no me equivoco tenían bastante dominio y control corporal, cada una con su estilo. El maestro me corregía y pedía movimientos más estrictos y definidos, se paraba una a una y pedía algo con sus gestos.
En esta clase había mujeres maravillosas, todo fluya y se compartía. Ahora recuerdo a muchas de ellas, fueron compañeras algún tiempo en clases. Mujeres diversas, algunas jóvenes otras maduras, todas sonrientes y empotreradas, deseando aprender y nutrirse.
Sinceramente yo iba a mi bola, necesitaba más caña. Años después seguí mi formación perfeccionando la técnica con más sesiones con Tolva, así como con Malhumorad Reda, viajes a Egipto, sesiones con Yasmin Al Ghazali incluso recibí con sinceridad una sesión con Alejandra weil la cual nunca olvidaré. “Miren si sigues muchos años con esta técnica te vas a machacar la espalda”, eran algunos consejos y experiencias las cuales me hicieron mejorar día a día.
Esta claro que si el maestro Tolva decía así, había que hacerle caso por que sino se enfadaba, tenía un pronto muy fuerte, eran otros tiempos…. Gracias a que en otras clases tenia a mi amorosa maestra Ana…
Bueno, ¿y tu? Seguro que tienes experiencias llamativas que contar tipo estas… Para mi ha sido un tesoro recibir estos videos de mi maestra, como mirarme de adolescente y retroceder 20 años atrás.
Esta es mi crónica de mis clases con Mohamed Tolva. El tiempo pasa y no volverá, somos esponjas aprendiendo toda la vida y cada maestro a marcado algo en nuestra trayectoria. Mis respetos a Tolva.
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