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También existía la «danza de la botella», que apareció por primera vez en el área reservada y en la que la bailarina equilibraba una botella de licor sobre su cabeza. Había otro baile ajeno a la tradición local: la danza desnuda. Émile Dermenghem la clasificó de herejía. Era ejecutada en la segunda parte del programa de la noche, por una tarifa suplementaria. Cuando las chicas bailaban desnudas, los músicos giraban sus taburetes y tocaban viendo hacia la pared.
La bailarina solo podía presentarse ante su público y clientes vestida con el traje «tradicional», que no difería del de las otras mujeres. Sin embargo, debido a su contacto con el exterior, fue evolucionando.
A pesar de su vida agitada, la bailarina se hacía cargo de su familia. A menudo ayudaban a comprar una casa, un jardín o animales de los que vivía su gente. También eran madres de familia y muchas mandaban a sus hijos a la escuela. Algunos lograron carreras fuera de la prostitución. Para las niñas, la elección era limitada, ya que nacían y vivían en el área reservada y el negocio de sus madres era el único modelo a seguir. En cuanto a los muchachos, tenía que aprender un oficio relacionado con su ambiente. Shaush era la profesión más popular: chicos que administraban la herencia de su madre, hermana o tía.
Cuando las prostitutas envejecían por el paso del tiempo, el alcohol, el tabaco y todo tipo de bebidas adulteradas, eran abandonadas. Con suerte, algunas terminaban de cuidadoras de los burdeles. Otras, después de un sueño premonitorio, abandonaban el área reservada para tomar «la senda de Dios» y llevar una vida ascética. Se volvían khaunya, hermanas en el Islam, investidas de baraka, un regalo de Dios con propiedades curativas. Algunas realizaban la peregrinación a la Meca y se convertían en hayat. Para juntar dinero para visitar los lugares sagrados, algunas trabajaban día y noche en telares y la fortuna que acumularon trabajando en la zona reservada era destinada a obras de caridad. Las más jóvenes podían llegar a casarse. A veces tenían la suerte de ser elegidas por un hombre rico. Se consideraba un acto de valentía que un musulmán se diera a la tarea de hacer que una mujer dejara la vida deshonrosa.
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